Criterios para elaborar el mapa conceptual de la muerte humana

CRITERIOS PARA ELABORAR EL MAPA CONCEPTUAL DE LA MUERTE HUMANA. Del entendimiento propio de la misma.
  1. Breve guía para la elaboración de mapas conceptuales. Alfonso García, Martín Rodríguez, Pedro Ruymán, Cristina Toledo.
  2. Construcción de mapas conceptuales. Alfonso García, Martín Rodríguez, Pedro Ruymán, Cristina Toledo. 
  3. Mapas conceptuales – Una técnica para aprender. Elementos y características. Ontoria, A; Ballesteros, A; Cuevas, C; Giraldo, L; Martín, I; Molina, A; Rodríguez, A; Vélez, U. 
  4. Los mapas conceptuales y su aplicación en el estudio de los cuidados al final de la vida y la tanatología. Rodríguez Álvaro, M., García Hernández, A.M., Brito Brito, P. R., Toledo Rosell, C.

En primer lugar queremos adelantar la idea de que el mejor modo de ayudar a profesionales y estudiantes a aprender significativamente es ayudándolos de una manera explícita a que vean la naturaleza y el papel de los conceptos y las relaciones entre conceptos, tal como existen “en sus mentes” y como existen “fuera”, en la realidad o en la instrucción oral o escrita. Esta es una idea sencilla pero profunda; podemos tardar meses o años en advertir que lo que vemos, oímos, tocamos u olemos, depende en parte de los conceptos que existen en nuestras mentes.

Este objetivo es básico en este programa destinado a ayudar a que a aprender sobre la vida, el morir y la muerte, y todo lo que en torno a ella se configura.

En segundo lugar propugnamos procedimientos que ayudarán a los estudiantes a extraer conceptos específicos (palabras) del material oral o escrito y a identificar relaciones entre estos conceptos. Para ello es necesario aislar conceptos y palabras de enlace y darse cuenta de que desempeñan diferentes funciones en la transmisión del significado, aunque unos y otras son unidades básicas del lenguaje.

En tercer lugar, la idea importante que queremos transmitir es que los mapas conceptuales representan y presentan un medio de visualizar conceptos y relaciones jerárquicas entre conceptos. Mientras que la mayoría de nosotros tenemos una memoria en extremo pobre para los detalles concretos, es notable su capacidad para el recuerdo de sus aptitudes visuales determinadas: podemos reconocer con gran facilidad a amigos en una reunión en la que se encuentran centenares de personas o en una fotografía de un grupo. Resultaría extraordinariamente complicado programar un ordenador para que pudiese llevar a cabo reconocimientos con una fiabilidad similar. Con la elaboración de mapas conceptuales se aprovecha esta capacidad humana de reconocer pautas en las imágenes para facilitar el aprendizaje y el recuerdo.

Queremos destacar que los mapas conceptuales van ganando en utilidad a medida que los estudiantes son más eficientes a la hora de identificar las conexiones.

Probablemente, al elaborar nuestro primer mapa conceptual, tendremos dificultad o nos olvidaremos de etiquetar las conexiones, presumiendo que cualquiera que lo lea será capaz de insertar las palabras apropiadas, pero al ojear y contrastar los mapas, nos damos cuenta de que somos en ocasiones, incapaces de averiguar el significado de muchos de nuestros mapas. Por ello, prestamos gran atención a las palabras que se eligen para unir los conceptos, aspecto esencial en la instrucción relativa a los mapas conceptuales, lo cual no quiere decir que haya una o sólo una palabra de enlace correcta para unir los conceptos. A menudo existen dos o tres formas válidas por igual para unir dos conceptos, aunque cada una de ellas tendrá connotaciones ligeramente diferentes. Por ejemplo, si conectamos los conceptos cadáver y ritual mediante expresiones como puede expresarse, da sentido, se emplea, las proposiciones que se generan tienen un significado parecido pero no idéntico. Los cambios en el significado llegan a ser más notorios, incluso cuando se ligan otros conceptos relacionados con el cadáver y ritual. Si añadimos el concepto creencias a nuestro mapa, se pueden poner de manifiesto nuevas relaciones y nuevos significados que incluyan el cadáver, el ritual y las creencias. Así pues, los mapas conceptuales son instrumentos poderosos para observar los matices del significado que un estudiante otorga a los conceptos que incluye en su mapa. De hecho, los mapas conceptuales cuando se elaboran concienzudamente revelan con claridad la organización cognitiva de los estudiantes.

A veces es útil terminar con una flecha de líneas que unen los conceptos para mostrar que la relación de significado entre los conceptos y las palabras de enlace se expresa primordialmente en un solo sentido. En general, los mapas jerárquicos denotan relaciones entre unos conceptos de más alto nivel y otros subordinados. Para reducir la confusión en el mapa, nosotros seguimos el convenio de trazar flechas sólo en el caso de que la relación de que se trate no sea de subordinación entre conceptos. Este convenio ayuda también a acentuar la direccionalidad de las relaciones que se conectan con flechas.

Los mapas conceptuales deben dibujarse varias veces, ya que el primer mapa conceptual que se construye tiene siempre, casi con toda seguridad, algún defecto: puede ser que haya sido difícil mostrar relaciones jerárquicas importantes entre conceptos, o puede que algunos conceptos con significados íntimamente relacionados, estén situados en posiciones opuestas del mapa, de tal modo que aparezcan conexiones cruzadas que atraviesan todo el papel. Hemos observado que en un segundo mapa generalmente se muestran las relaciones clave de una forma más explícita. La mayoría de los y las estudiantes no tiene habitualmente la paciencia o el interés necesario para hacer una tercera o una cuarta versión del mapa aunque cuando entran en ello reconocen que aunque complejo y laborioso, redescubren conceptos e interrelaciones nuevas de gran interés.

Una razón de importancia menor para repetir el trazado de los mapas es la limpieza: para hacerlos más claros, corregir los errores de ortografía y reducir la confusión y el amontonamiento. Debemos cuidar la caligrafía y expresarnos con mayor claridad. De hecho, los mapas conceptuales pueden ayudarnos a proporcionar este estímulo, porque la reconstrucción de un mapa implica en todo caso algo más que hacer que parezca más limpio. En la revisión del mapa siempre se puede mejorar la claridad de las relaciones conceptuales que se ilustran en él, lo cual supone un importante incentivo añadido para volver a dibujar los mapas – aumentar la significatividad de la composición -, que no se da, o que resulta menos evidente, en otros formatos de expresión expositiva. La disposición a rehacer los mapas conceptuales suele ser mayor que volver a redactarlos o redactar un trabajo escrito o ensayo.

Es importante entregar la primera, segunda y posteriores versiones de los mapas dibujados.

Los mapas conceptuales, tales como han sido descritos brevemente, no son la única forma de representar los significados, ni mucho menos. Existen otros formatos de representación como son los diagramas de flujo que suelen representar sucesiones de actividades; los organigramas que pueden mostrar una jerarquía, pero representan unidades y/o funciones administrativas y no significados conceptuales; los ciclos, por ejemplo el del agua, utilizado a menudo en ciencias; las redes semánticas y los diagramas de predicabilidad, empleados en ciertos trabajos de lingüística y psicología. Pero ninguno de estos tipos de mapa se basa en la teoría del aprendizaje ni en la teoría del conocimiento que constituyen la base de las estrategias de la elaboración de mapas conceptuales y de su aplicación a la educación.

Por ello, incluimos la elaboración de un mapa conceptual propio que explicite los conceptos y las relaciones entre estos de lo que el alumno y la alumna entiendan por la muerte y el morir propio. Creemos que es un esquema válido en cuanto a relaciones no sólo educativamente, sino en el trabajo personal y por que no en el de investigación.

ACTIVIDADES A REALIZAR CON EL TEXTO “LA MUERTE INDIVIDUAL”.

A modo de ejemplo, realice con el texto “La muerte individual”, mostrado más abajo, las siguientes actividades:

1. Seleccione los conceptos más importantes, es decir, aquellos conceptos necesarios para entender el significado del texto. Una vez que estos conceptos hayan sido identificados. prepare una lista.

2. En grupos de cinco personas coloquen el concepto más inclusivo al principio de una nueva lista ordenada de conceptos y vayan disponiendo en ella los restantes conceptos de la primera lista hasta que todos queden ordenados de mayor a menor generalidad e inclusividad. Es posible que no estéis todos de acuerdo con el orden definitivo. Recordad que ello puede ser además interesante y positivo pues no sugiere que hay más de un modo de entender un texto.

3. Una vez se ha llegado a este punto, podemos empezar a elaborar un mapa conceptual a nivel individual, empleando la lista ordenada como guía para construir la jerarquía conceptual. Pueden colaborar entre alumnos a la hora de buscar las palabras de enlace apropiadas para formar las proposiciones que muestran las líneas del mapa.

4. Busque a continuación relaciones cruzadas entre los conceptos de una sección del mapa y los de otra parte del “árbol conceptual”.

5. La mayor parte de las veces, en estos primeros intentos los mapas tienen una mala simetría o presentan grupos de conceptos con una localización deficiente con respecto a otros conceptos o grupos de conceptos con los que están estrechamente relacionados. Hay que rehacer los mapas, si ello puede ayudar.

LA MUERTE INDIVIDUAL

El interés por el tema de la muerte se ha enfocado desde muy diversas perspectivas. No en vano se trata de un fenómeno biológico, psicológico y social de trascendental importancia en la vida del hombre y susceptible de ser considerado como fin de un proceso biológico (biología) que promueve unas determinadas actitudes psíquicas y corporamentales, tanto a nivel individual como de grupo (psicología y sociología) y que en el transcurso del tiempo ha ido originando un universo de significaciones (filosofía, religión) encarnadas en ritos, prácticas y costumbres (etnología y antropología), cuyo discernimiento ha sido muchas veces el móvil de procesos artísticos (artes plásticas, literatura y cine), apareciendo como una frontera que el instinto de conservación del hombre trata de alejar lo más posible (enfermería y medicina). Todas estas y otras perspectivas que lógicamente son complementarias podrían constituir lo que el ruso Elie Metchnikoff denominó en 1901 como “tanatología”, es decir, la ciencia encargada del estudio de la muerte.

La muerte biológica o desaparición del individuo vivo y reducción a cero de su tensión energética consiste en la detención completa y definitiva, es decir irreversible, de las funciones vitales (1), especialmente del cerebro, corazón y pulmones; a la pérdida de la coherencia funcional sigue la abolición progresiva de las unidades tisulares y celulares. La muerte opera, pues, a nivel de la célula, del órgano, del organismo y en última instancia, de la persona en su unidad y especificidad. Implica, en consecuencia, el retorno de los elementos constitutivos al fondo común de la biosfera, fuente permanente de vida renovada. Para determinar con seguridad si se ha producido la muerte en una persona. El diagnóstico objetivo, en la práctica, se establece comprobando la aparición de la denominada “muerte clínica”, es decir el cese de las funciones vitales del organismo, que básicamente son la función nerviosa, respiratoria y circulatoria.

La parada nerviosa es decir la denominada “muerte cerebral” es el criterio más seguro para determinar la existencia de la muerte y su comprobación objetiva. Efectuado mediante la realización de un electroencefalograma (EEG) ya que como consecuencia de la falta de actividad metabólica en las células nerviosas, se produce una desaparición de la actividad eléctrica cerebral y las ondas normales son sustituidas por una línea isoeléctrica, resultando el EEG plano indefinidamente. A pesar de esto se han dado casos , intoxicaciones por barbitúricos, en el que el paciente puede recuperarse después de varias horas de presentar un trazado plano, de aquí la importancia que tiene el analizar las causas o factores que han originado el trastorno. Salvo en estos casos, se admite generalmente, que la obtención sistemática del registro plano de EEG durante 24 horas o para más garantías 48 horas, es uno de los criterios más objetivos de que disponemos para diagnosticar la muerte.

Existe una serie de signos secundarios a la muerte cerebral: pérdida de consciencia con incapacidad para responder a estímulos, pérdida completa del tono muscular y parálisis flácida, pérdida de los reflejos craneales con pupilas midriáticas (dilatadas), etc.

También se puede disponer de técnicas sofisticadas para comprobar la no existencia de circulación cerebral, mediante la inyección intravascular de un isótopo radioactivo y el posterior análisis, una vez establecida la muerte, apreciándose modificación en el patrón de radiactividad cerebral.

Desde el punto de vista de la medicina legal, tiene importancia la cronología de la muerte, para ello son conocidos como se producen los “fenómenos cadavéricos” que son cambios objetivos que pueden ser objetivados en el cadáver. Dentro de estos cambios se pueden destacar: las livideces cadavéricas, la rigidez muscular, la disminución de la temperatura corporal, la autolisis y la putrefacción.

Por qué morimos, de qué morimos, cómo morimos siguen siendo las preguntas fundamentales a las que resulta difícil dar respuesta.

(1) Cuando el corazón se detiene, el cerebro deja de funcionar a causa de la falta de oxígeno (anoxia). Sin la dirección del tronco cerebral, la respiración cesa. El paro respiratorio inicial determina igualmente la inactividad del cerebro. Cuando ésta claudica como consecuencia de una agresión primaria (traumatismo craneal, hemorragia cerebral) o de una hipoxia secundaria, la respiración cesa de forma casi inmediata. Las células nerviosas son las más sensibles, alterándose de forma irreversible a los pocos minutos, también le ocurre de igual manera poco después a las células cardíacas; otras en cambio como son piel, cartílagos y huesos suelen sobrevivir hasta 24 ó más horas tras la muerte global del organismo. La respiración artificial restablece las contracciones cardíacas y oxigena los demás órganos, pero no impide que continúe la autolisis in situ del cerebro.

Máster Universitario en Cuidados al Final de la Vida

PREINSCRIPCIÓN ABIERTA PARA LA PRÓXIMA X EDICIÓN DEL MÁSTER UNIVERSITARIO EN CUIDADOS AL FINAL DE LA VIDA (TANATOLOGÍA) 2020-21
Universidad de La Laguna

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