“Cada año hay menos afluencia a los cementerios el 1 de noviembre”
elmundo.es – Madrid
Para el antropólogo y presidente de la Sociedad Española e Internacional de Tanatología (SEIT), Alfonso García, “el rito en torno a la muerte ha dejado de pertenecernos, perdiendo con ello su significación”.
Por un lado se ha “profesionalizado” porque las empresas funerarias “se han apropiado de la gestión de las secuencias ceremoniales de todo el proceso”, y por otro lado, “la tradición católica deja un margen reducido a la actuación no prescrita”.
Ambos elementos -asegura- se han impuesto a las convicciones personales y colectivas y han favorecido el “anquilosamiento del procedimiento”.
Este antropólogo cree que “a duras penas surgen movimientos que permitan modificar esta costumbre. La movilización social es casi inexistente porque obedece a una cultura que rechaza la muerte de la esfera social”, explica el antropólogo.
El luto -dice Alfonso García- es considerado hoy en el proceso de negación de la muerte como una “costumbre obsoleta”, arraigado sólo en el medio tradicional. “No se entiende como una expresión externa de dolor, ni como un hábito ceremonial para sacralizar la despedida”.
“Antes era un acontecimiento y era un período en el que uno se iba adaptando a vivir sin la persona querida”, explica María Cátedra. “Es cierto que a veces el luto era excesivo, machacaba a las chicas jóvenes, pero era una cosa obvia con la que uno vivía”, recuerda la antropóloga, que cree que el abandono de esta tradición es uno de los síntomas de que en “la vida cotidiana es mucho menor el peso de la muerte”.