Fue inaugurado el 17 de noviembre de 1822, pasando a ser el primer cementerio público de la ciudad de Buenos Aires y posteriormente monumento histórico-artístico, por la magnífica cantidad y excepcionales obras que posee. Los responsables de su creación, por entonces fueron el gobernador Martín Rodríguez y su ministro de Gobierno, Bernardino Rivadavia, y sus primeros moradores fueron el niño negro liberto Juan Benito y la joven María Dolores Maciel.
El predio tiene 4800 bóvedas distribuidas en 54.843 metros cuadrados, precedido por un pórtico de origen dórico griego sin base, concluido en la reforma de 1881, por el entonces presidente de la Municipalidad, Torcuato de Alvear.
Se han ido sucediendo modificaciones a lo largo de los años, lógicas en una necrópolis que continua activa, siendo enriquecida arquitectónicamente con aportaciones nuevas que la han convertido en una expresión monumental de la arquitectura funeraria del mundo entero.
En la Recoleta descansan los protagonistas de la historia argentina: políticos, militares, estadistas, sacerdotes, periodistas, caudillos, escritores, artistas plásticos en un silencioso testimonio, que es tributado y continuado por las miles de visitantes argentinos y extranjeros que a diario disfrutan de la creación artística y humana verdaderamente magnífica.