ONCOLOGÍA
Se estudia diagnosticar precozmente el cáncer sólo con un análisis de sangre
JOSÉ LUIS DE LA SERNA
Imagine, lector, que ya existiera en su chequeo anual un análisis de sangre capaz de detectar células cancerosas. A pesar, por supuesto, de que usted no tiene aún síntoma alguno sugerente de cáncer y que, incluso, todas las modernas técnicas de imagen que han rastreado su cuerpo han sido negativas, quiere estar bien seguro de que no padece un tumor ni siquiera en sus estadios iniciales.
Aunque esa prueba no existe todavía, muchos expertos esperan que dentro de unos años los microchips biológicos serán capaces de detectar en el suero sanguíneo moléculas que proceden únicamente de células malignas. Los científicos creen que hasta será posible determinar, en una muestra mínima de sangre, no ya la existencia de procesos tumorales silentes y precoces, sino hasta qué tipo específico de cáncer se padece, en caso de tenerlo.
Y no es ciencia ficción. Hace un año, especialistas del Instituto Nacional del Cáncer en EEUU —liderados por el doctor Lance Liotta— publicaron en The Lancet un estudio en el que demostraban que se podía identificar el cáncer de ovario mediante la detección, con espectrómetros de masa, de patrones de proteínas sanguíneas presentes solamente en pacientes con tumores malignos. De hecho, este tipo de patrón tenía, en esa investigación, un elevado índice de sensibilidad y especificidad.
«Creemos que la capacidad discriminadora de esas modernas técnicas va a representar un nuevo paradigma en el diagnóstico», escribían en la revista británica los autores del trabajo.
Galicia
Esta misma semana se ha celebrado en Santiago de Compostela el I Salón Internacional de la Salud. En el transcurso del mismo, el doctor Carlos Cordón-Cardó, director del departamento de Patología Molecular del Memorial Sloan Kettering Cancer Center de Nueva York, y presidente del Comité Científico del evento gallego, adelantó que él y su grupo estaban indagando los patrones moleculares sanguíneos con poder de discriminar qué persona padece cáncer y cuál no. La idea del doctor Cordón va incluso más lejos, «pretendemos saber —y sólo con unas gotas de sangre— no ya si se tienen productos cancerosos, sino también el tipo específico de tumor que se sufre».
La metodología que utilizan Cordón y sus colaboradores está relacionada con la usada por el grupo de Liotta, pero es mucho más avanzada. Gracias a espectrómetros mucho más modernos y con la ayuda de sofisticados programas bioinformáticos se está determinando la existencia de hasta 169 productos diferentes, con características aún desconocidas (posiblemente enzimas que vienen únicamente de las células malignas), que parecen distinguir a los individuos que tienen cáncer de los que no.
Prudencia
El doctor Cordón-Cardó insiste en que aún hace falta certificar con más estudios si estos hallazgos, todavía muy preliminares, son tan importantes como da la sensación en un primer momento. «Las nuevas tecnologías van a revolucionar el diagnóstico, el pronóstico y el tratamiento de muchos procesos patológicos, sobre todo del cáncer, pero tenemos que comprobar su eficacia y su valor real usando protocolos muy rigurosos».
Los investigadores creen que ha llegado el momento de planificar los métodos que validen las nuevas tecnologías diagnósticas de forma similar a como se hace con los nuevos medicamentos que pretenden venderse en las farmacias.
«Tendremos que evaluar estos nuevos procedimientos de manera equivalente a las conocidas fases I, II, III y IV que sigue la industria farmacéutica para lograr que las autoridades sanitarias aprueben sus productos», dice Cordón-Cardó.
Lo que sí está claro es que estos adelantos revolucionarán la lucha futura contra el cáncer. El diagnóstico de los tumores malignos será más precoz y más exacto. Se impondrá la necesidad de saber la firma molecular de cada cáncer para poder abordar el pronóstico y el tratamiento del mismo de una forma mucho más fina que lo que se hace ahora. Las terapias deberán ser muy planeadas e individualizadas para cada caso. Será todo, claro está, también más complicado y caro.
Los llaman «bioreporters»
El microscopio del futuro, sobre todo el que se utilizará para diagnosticar cáncer, se parecerá poco al que se usa hoy. A pesar de lo mucho que han avanzado las técnicas de anatomía microscópica y del valor que tiene la inmunohistoquímica, los científicos creen que el uso de anticuerpos en patología tiene los días contados. El desafío con el que se encuentran los investigadores es el de identificar las vías moleculares que están activas en un tumor maligno. Para conseguir ese propósito, los expertos del Instituto Tecnológico de Massachusetts, el famoso MIT, están usando nanotecnología capaz de reconocer las proteínas activadas que tiene cada célula. Los llaman bioreporters, y son sustancias en cierta forma entrenadas para reconocer patrones moleculares específicos. De esta forma será factible observar con detalle los caminos moleculares que han convertido a una célula normal en maligna.