HISTORIA DE UN AMIGO INCONDICIONAL: ZAINTXO. (Enviado por: Patxi Izagirre Ormazabal, Donostia, Guipúzcoa, 24 de abril de 2005)
Estamos en fechas de nostalgia, de familia, de cariño, de sueños, de ilusiones y de fantasía. Por estas fechas el año pasado escribía sobre la soledad no elegida y entonces apuntaba la idea sobre nuestra necesidad de no sentirnos solos. Entiendo clave el aprender a estar con nosotros mismos y saber también que la esperanza está presente siempre que creamos en ella.
Escuchando mi intuición y estando seguro del fondo y no tanto de la forma, recuerdo el día en que expliqué a mis hijas quien era Zaintxo (amigo guardián). Les pregunté “¿Sabéis quien es Zaintxo? Y me contestaron: No ¿quién es aita?…” Esto es lo que les conté:
“Zaintxo es alguien que está en todo momento con nosotros y aunque no lo podemos ver, sí lo podemos sentir y escuchar”. Cogí su mano y la puse en mi corazón. Le dije: ” ¿sientes a Zaintxo?”. Cogí su mano y se la puse en su corazón y después en el de su hermana y en el de la ama. Está en todos nosotros y además cuando más miedo tenemos, más fuerte nos dice que está con nosotros, más alto nos habla y nos ayuda a estar más tranquilo. Podemos entenderlo como taquicardia-ansiedad o como un grito amigo.
A los cinco años el pensamiento mágico domina la inteligencia del niño y aunque luego no lo perdemos, sí lo atrofiamos. Ver su rostro de sorpresa y magia fue bonito. Por la tarde con sus amigas, el poner sus oidos en los corazones de las demás les confirmó que efectivamente Zaintxo estaba en todas…
A las semanas de aquello estando bañándonos en la playa, vimos como un delfín muerto se acercaba a la orilla ante la sorpresa de todos los que estábamos allí. Se hizo un corro de gente y mientras venían a rescatarlo, Ane me preguntó por el Zaintxo del delfín. Tragué saliva sonriendo y pensé ¡está es una buena oportunidad para hablar de la muerte y la esperanza! Le dije que cuando nos morimos nuestro Zaintxo ya no está en nuestro cuerpo. “¿Y a donde se va aita? Pues no sé muy bien Ane. Creo que cuando alguien se muere zaintxo se va a todos los zaintxos de los que le querían, sus amigos y familia serán el lugar de acogida. Así, cuando nos acordamos de los muertos, podemos entender que es su zaintxo el que se expresa en nosotros. Me miró y me dijo ¡ah entonces el delfín estará con los otros delfines en el mar!… No sé Ane, pero igual es como las olas de la playa que mueren en la orilla y se juntan en el mar.”
Cuando intentamos dar una explicación de la muerte buscamos encontrar un después y bien es cierto que quizás es una construcción de nuestro ego para seguir existiendo, y también es verdad que ante la última despedida surge la duda ¿y si es verdad lo de zaintxo?
La navidad es una época en la que a través del cuento y la fantasía nos planteamos preguntas sin respuesta. Quizás en el fondo, se trata de necesidades existenciales como lo hacían ya nuestros antepasados de Atapuerca. La natividad, la esperanza, el saber que no estamos solos, el creer en un amigo incondicional. Muchos dicen que son fechas de hipocresía y consumo, todo esto también está en la navidad como en el resto del año. Pero, además pienso que si al menos una vez al año nos acordamos de éstos sentimientos nobles, no es poco para los tiempos que corren.