DOS NIÑOS. (Enviado por: Tatis, mexicana residente en España, 16 de octubre de 2006)
Fue un día especial, no se como a pesar del tiempo puedo guardar tantas lagrimas, o más bien, no se como sacarlas. Un dolor, que es tan mío y tan viejo y que a la vez no me pertenece. Siento el dolor muy dentro, cuando aun recuerdo, cuando aun miro a esa madre, deshecha, sobre el cuerpo inerte del, tan solo 8 años, dios le concedió tenerlo solo 8 años, El final como todos los finales, fue triste, ellos querían que partiera ya, que no continuara con el sufrimiento que le toco llevar, pero a la vez querían tenerlo mas tiempo, verlo mas días, acariciar su carita y sus manos, esa carita que a pesar del dolor sonreía, esa carita con dolor, que al preguntarle “que te duele” sonreía y decía nada, nada me duele. Mas analgésicos, sedación, así llego el final. Aun tengo en mi mente, ese día, él estaba en la primer cama, junto a la puerta de una habitación de 6 camas, en la ultima cama junto a la ventana, estaba x, el también estaba en etapa terminal, la leucemia y su devastador curso, lo habían dejado ciego y sin poder caminar. Cuando él entro en la etapa final, el resto de los pacientes y sus familiares, salieron de la habitación, para dejar que la madre se despidiera con tranquilidad del. Solo x, no salió, no lo podía hachee estaba solo, y a pesar de que han pasado tantos años, aun recuerdo su voz, esa voz inocente, diciéndole a esa madre deshecha en llanto sobre el cuerpo de su hijo, que no se preocupara, que su hijo se pondría bien, que tenia que tener fe, que dios es tan grande que todo lo puede, que su hijo se curaría. Aun recuerdo esas palabras y no sé que duele mas, que el haya muerto o que x hablara de esa forma, con tanta esperanza, creyendo tanto en dios. Aun duele recordar el cuadro de la madre llorando sobre el hijo muerto y a x hablando con la esperanza de una “curación” que tampoco llegaría, ya que a las pocas semanas x también murió. Hoy a pesar de los años que han pasado, de vez en cuando llegan a mi mente esos recuerdos, y aun siento ese nudo en la garganta, aun siento los ojos llorosos, sin que las lagrimas salgan con libertad, aun siento el dolor, como si fuera ese día. Hoy solo me queda agradecer a dios, el haberme permitido acompañar por un tiempo el camino de esos dos niños, y pedir, que me siga permitiendo acompañar a muchos otros, aunque el recuerdo de cada uno de ellos, me haga un nudo en la garganta y que las lagrimas que me llenan los ojos queden guardadas. |