HISTERÍCOLAS. (Enviado por: Aurelio, 12 de febrero de 2005)
Queridos amigos:
Me apetecía compartir con vosotros esta bonita historia, contada por el Psiquiatra H.B.Danesh, (autor del libro “La psicología de la espiritualidad”) a dos niños de cinco y ocho años, cuya madre se encontraba en la fase terminal de una enfermedad. Seguro que es una fuente de inspiración para todos y promoverá nuestra confianza en la realidad trascendente de la existencia humana y en el sentido espiritual de la vida.
CUENTO HISTERÍCOLAS
Como sabéis, la vida comienza en la matriz de la madre cuando el óvulo de la madre y el esperma del padre se reúnen para convertirse en un óvulo fertilizado. Ese pequeño óvulo comienza a crecer y multiplicarse, hasta que gradualmente adopta la forma de un niño con cabeza, ojos, orejas, nariz, boca, manos y piernas y todas las demás partes del cuerpo.
Ahora imaginad que hubiera pequeños seres viviendo dentro de la matriz. Les llamaremos histerícolas (los habitantes de la matriz). Éstos solían darse la buena vida. Nadaban por los alrededores, se escondían en los rincones que pillaban y se juntaban para jugar y hablar.
Cierto día un histerícola de mayor edad parecía triste. Uno más joven le preguntó por qué. Aquél le respondió que estaba apenado por causa del bebé que se alojaba en la matriz. Los demás histerícolas se quedaron sorprendidos. “¿Por qué?” preguntaron. “Tiene buena pinta. Hemos contado sus dedos, y están todos. Hemos observado los ojos, y están en su sitio. Lo mismo se puede decir de los oídos, nariz y boca. Todo en él está en su lugar. ¿Por qué estás triste?”. El mayor respondió: “Si, ya sé que todo está bien por lo que respecta al bebé. Mi tristeza se debe a que un día habrá de morir”. Los otros histerícolas preguntaron: “¿Qué quieres decir con que ha de morir?”: Y éste respondió: “Ya lo hemos visto esto en otras ocasiones. Los bebés crecen aquí y cuando están perfectos se mueren: se van y ya no volvemos a saber nada de ellos. Por eso estoy triste”.
Uno de los presentes comentó: “Pero he oído que existe otro mundo después de la matriz, y que cuando los bebés mueren lo hacen para marchar a un mundo mayor. Dicen que en ese mundo hay un sol, una luna y muchas estrellas, árboles, lagos y océanos, ciudades y flores, gente y animales. Dicen que es muy bello”. Y otro repuso: “¿Tenéis pruebas de que exista otro mundo después de la matriz? ¿Habéis visto el sol, la luna y todas las demás cosas que describís? No son reales; son ficciones de vuestra imaginación”: Y otro histerícola repuso: “Pero esto no tiene sentido. Si el bebé vino aquí y creció durante un tiempo y ahora se va a morir, ¿qué sentido tiene eso? Y ¿Por qué el bebé ha desarrollado ojos, piernas y manos y orejas y todas las demás partes del cuerpo? No las necesitaba para vivir aquí. ¿No podría ser que eso fuera para la vida después de la matriz?”.
Los histerícolas se enzarzaron en una acalorada discusión sobre si existía el mundo después de la matriz. Mientras discutían el bebé murió. Pero ¿fue de verdad? Desde luego, había muerto por lo que se refería a la matriz. Ya no podría regresar y los histerícolas ya no iban a saber nunca más de la criatura. Por lo que a ellos se refería, ahí se terminaba la historia.
Pero el bebé se encuentra ahora en este mundo, donde crece y vive. Y continuará viviendo hasta el momento en que ya no le sea posible vivir aquí. Entonces morirá a este mundo y nacerá a otro. ¿Lo véis? La muerte es al mismo tiempo un nacimiento. Así que en este mundo también somos terrícolas, “habitantes del Mundo” que se preguntan si existe una vida después de ésta, tal y como los histerícolas se preguntaban si había un mundo después de la matriz.
¡OH HIJO DEL HOMBRE!
Tú eres mi dominio y mi dominio no perece, ¿por qué temes perecer? Tú eres mi luz y mi luz no se extinguirá jamás ¿por qué temes la extinción? Tú eres mi gloria y mi gloria no se disipa, tú eres mi manto y mi manto no se gastará nunca. Permanece entonces firme en tu amor hacia Mí, para que me encuentres en el reino de gloria.
¡OH COMPAÑERO DE MI TRONO!
No escuches la maldad, ni mires la maldad, no te rebajes ni suspires ni te lamentes. No digas nada malo para que eso mismo no llegue a tus oídos, no agrandes las faltas de os demás para que tus propias faltas no sean agrandadas, no desees la humillación de nadie para que no sea expuesta tu propia humillación. Vive, entonces los días de tu vida, que no son más que un momento efímero, con mente inmaculada, corazón sin mancha, pensamientos puros y carácter santificado, para que libre y contento te desprendas de este cuerpo mortal, te encamines hacia el paraíso místico y habites para siempre en el reino inmortal.
“Sabe tú, ciertamente, que el alma, después de su separación del cuerpo, continuará progresando hasta alcanzar la presencia de Dios”
ORACIÓN POR EL PROGRESO DEL ALMA DE LOS DIFUNTOS
¡Oh mi Dios! ¡Oh Tú perdonador de los pecados, el que confiere los dones, el que disipa las aflicciones!
Verdaderamente, te suplico que perdones los pecados de quienes han abandonado su vestidura física y han ascendido al mundo espiritual.
¡Oh mi Señor! Purifícalos de sus transgresiones, disipa sus tristezas y cambia su oscuridad en luz. Haz que entren en el jardín de la felicidad, límpialos con el agua más pura y concédeles que puedan contemplar tus resplandores sobre el monte más sublime.