Este humilde pensamiento es dedicado a Walter Daniel López Ortiz, quien es el Angel que vive dentro de los corazones de quienes lo conocieron.
ARCOIRIS
Gota tras gota derramada en mi rostro perplejo en la contemplación; lluvia que son eternamente lágrimas del cielo; nubes en las alturas jugando entre los sueños de un niño; sol pequeño refugio de calor en su gran abrigo de amor; arcoiris un adiós para siempre estando con el Creador.
-¿Por qué no escuche esta mañana nuestra canción?, seguramente de mi te haz olvidado-, triste y sin consuelo llegué al refugio de mi pasión, no existía nada más por decir y recordar sería la morada de mi llanto. La esperanza de encontrarte se había terminado, concebía curiosidad por saber el nuevo lugar de tu alma; mientras poco a poco el tiempo desvanecía el ánima, de ser, en la Madre Tierra…
¡Bendita Guerrera Madre Tierra!… Bellos colores se dibujaron en el techo de nuestro hogar, brillantes llenos de alegría, y espontáneos como las muestras de amor por aquella partida. Perfecto arco, instrumento de revolución en pro del amor y paz entre los espejos que existen dentro de cada uno de los Seres Humanos. Y como buena guerrera se escudaba con una segunda cimbra con la única finalidad de cubrirse de todo pecado carnal
vacío. ¡Sí, eran dos arcoiris!, dándole a Walter la bienvenida a la residencia del Creador, ¡por fin encontró la puerta para su estancia infinita de su amor!
Entre sollozos grité -¡adiós mi querido primo, jamás en vida volveré a verte!… ¡adiós mi ingenioso amigo, y en un pasado estas convirtiéndote!… ¡adiós mi lúcido confidente, tendré que vivir sola con mi secreto!… ¡adiós
hermano mío, algún día serás tu quien me reciba en el fin!-
¿Y qué sucederá mañana?… de ningún modo sabré.