9 días cambiaron mi vida, donde la experiencia de 19 años no fue nada y el dolor del alma fue más fuerte que el físico. Jamás había visto a un moribundo y mucho menos a un muerto, son momentos incrustados en el corazón y a pesar de todo debes de soportar, pasar noches enteras escuchando el sufrimiento del hermano y desear con todas tus fuerzas calmar su dolor, y sin embargo, entre tus manos no habrá nada para aliviar. de verdad la impotencia es tu peor enemigo en éstos lugares que se hacen llamar centros de salud. Tuve la dicha de conocer a Javier, un joven de 36 años con leucemia y VIH positivo, con él aprendí a enamorarme de una sonrisa y bendecidme con los pequeños detalles de la vida, quizá si no hubiese conocido a este extraordinario hombre me encontraría más débil emocionalmente. Me enamore de Javier por su fuerza y sensibilidad, sólo él tenía la palabra exacta para tener ánima durante el día.
Después el destino nos separó, yo debía regresar a casa para tener reposo y mejorar de mi salud; mientras mi amor me regaló un bello libro de chistes, con el cual siguió inyectando sonrisas a mi vida. Su hermana también me obsequió un pequeño bambú, explicándome que eras tú, mi cielo, y por ello
debía procurarte todos los días.
Un 24 de Diciembre del 2004 te llamé, sólo esperaba escuchar tu voz. y no fue así, sólo percibía una tormenta que explicaba entre lágrimas tu partida.
No conozco en dónde quedó tu cuerpo, y en realidad no me interesa pues yo amo tu alma la cual nunca ha muerto. por ello te recuerdo con un poema del Bhagdad Gita, que dice así:
“El espíritu no tiene nacimiento,
no pude perecer jamás:
ha existido desde siempre.
¡El comienzo y el fin sólo son sueños!,
el espíritu permanece por siempre,
inmutable, sin nacimiento no muerte”
Cuando me toque marcharme de la Madre Tierra, espero verte y hacerte el amor con el alma. ¿por qué te fuiste sin decirme “te amo”?, quizá no lo sabré, pero seguiré viviendo con una gran sonrisa por haber encontrado un amor puro, sincero.
Qué Él siempre te cuide y te llene de hermosas bendiciones Javier, gracias por abrirme la puerta de tu vida y dejarme entrar, fue un honor besar tu mejilla y mirar tus ojos cuando pronunciabas “eres un ángel”. me enamoré de la vida, me enamoré de la sonrisa, me enamoré de un amigo, me enamoré de un hermano, simplemente me enamoré.
Javier.