Ya no había sol, estaba nublado, parecía que iba a llover pero no.
El micro llegó a la hora exacta, subimos, tomamos asiento, comenzó la marcha pero fue como un abrir y cerrar de ojos. Tan extraño todo, sin árboles, sin luz y con mucha gente caminando por calles de esa ¿ cómo llamarla? ciudad, pueblo, lugar.pero dónde estaba?…
Doblé una esquina y me encontré con mi abuelo paterno, supe que era él y simplemente me presenté. No había emociones, es decir yo sentía cosas pero ellos no. Le pregunté por mi abuela, su esposa, me la señaló diciéndome que no le hiciera mucho caso porque había muerto joven y se comportaba como una adolescente. Ella tenía el pelo largo, negro, lo llevaba suelto con un lazo blanco y un vestido también blanco, con volados en el ruedo. Saltaba y bailaba. Mi abuelo la miraba.
La gente se entrecruzaba sin palabras ni gestos, sólo caminaba. Yo me encontré sola pero no tuve miedo.sólo que no sabia dónde estaban los demás, los otros pasajeros que viajaron conmigo en el mismo micro. ¿ por donde andarían?…
En medio de esa densa niebla gris estaba mi padre. Lentamente me acerqué a él y hablamos como siempre, de cosas de la vida, de un primo que tenía un bar en ese lugar, por lo visto seguía en el mismo rubro, como en otro tiempo y espacio. Me dijo mi padre que debíamos regalarle una máquina tragamonedas porque se lo merecía.ya lo creo! había sido tan bueno con nosotros!
-“que bien te veo papá, ¿estás feliz?…
-“no me falta nada, me respondió, y agregó: no me puedo quejar, típica respuesta suya. Yo preguntaba por otros familiares desaparecidos hace tiempo..mi padre no sabia de ellos. Tengo que buscarlos, pensé. Fue así como entré a una galería con nichos .No había nadie en ese lugar. Comencé a llamar a mi tío Cándido, a los gritos, sin dejar de caminar.cuando estaba llegando a final una voz me contestó.-estoy aquí! .Me di vuelta y miré a esa mano que me llamaba y escuché unas risas cómplices.me acerqué a un nicho y leí . No, no era el nombre de la persona que estaba buscando. La inscripción decía: Muerto en Miami , en un accidente ,y otros detalles que no correspondían con mi búsqueda. . La mano se movía, carcajeaba y contagiaba a otros que le hacían coro.yo podía escucharlos, entonces les dije: paren con tanta risa! ¿por qué me engañan?…la mano me contestó, muy suelta de cuerpo.aquí también hacemos bromas! Me fui indignada.,¿ cómo podían bromear, en este lugar!
Al fin alguien a quien preguntarle!. Eh, por favor, ¿ me puede decir si conoce a Cándido B.?
.- Si, trabaja en la cantina, contestó, señalando el lugar en cuestión.
Otra vez en la calle, otra vez la niebla y la oscuridad. Ahí estaba la cantina, abrí la puerta vaivén y lo encontré cara a cara.
.-qué alegría verte tío! No quieres encontrarte con mi padre?. Nunca se habían visto, estando en el mismo lugar
.-Ven yo te llevo con él, dije solícita.
Caminamos juntos y nos encontramos con mi padre. Se abrazaron. Parecen contentos ,pero a dónde van?…-
-.papá ya es la hora ,nos tenemos que ir..Mi padre esbozó apenas una sonrisa y me contestó que él no podía salir , y me aclaró que yo podía volver a visitarlo.
Busqué a mi madre, que me había acompañado ,y a mi tía Inés -que también estaba allí de visita.
Entré a una especie de terminal de aviones. Encontré una gran vidriera con un pesado cortinado que no dejaba ver nada. Pregunté y me dijeron:” ahí están los que no se resignan a su condición de muertos, tienen que estar atados y en camilla hasta que acepten su situación”.Pasó apenas una fracción de segundo y apareció, muy apurada, mi prima Inés que me señalaba el reloj.
– Apúrate! ¿ no entiendes que perdemos el micro?, me dijo agitada.
-No podemos irnos , faltan nuestras madres, contesté desesperada.
-Vienen atrás, apúrate!, sigue , camina ,no te detengas por nada!
– No veo, no veo nada!,casi grité.
-No importa, solo tienes que caminar, caminar hacia delante, respondió.
La densa niebla nos cubrió y todo desapareció de golpe.
Volví del país del gris profundo, de casi el fin del mundo, donde todo es nada y eterno.
FIN
MADELI
29/2/2004