La vida sin ti es muy dura.
Una pena interior surge de adentro llenando todo mi ser. Mis pensamientos, mis ojos, mi corazón.
Todo es oscuro y a momentos caigo en esa penumbra que me arrastra al fondo de mi misma. ¿Dónde estás?…., Creía que esto iba ser más fácil, que con los días me sentiría más segura.
¿Porqué hemos de morir?… ¿Porqué?…, ¿Porqué?….,
Eras un hombre joven y sabio. El que formó parte de mi vida desde siempre, crecimos juntos, jugamos juntos, aprendimos el uno del otro…, a sobrevivir…, a vivir…, al abrazo…, a las miradas cómplices…, al susurro…,
Mirábamos al futuro por la misma ventana cargada de geranios de colores blancos ,rojos, rosas. Ojos abiertos llenos de sueños. Sueños abandonados ¿ADÓNDE?, no tengo tus ojos, no tengo tu voz, no tengo tus oídos, no existes físicamente… ¿Adónde estás?
Esperábamos a los Reyes Magos con la misma ilusión de las niñas ahora, que a través de ellas quiero vivir esta segunda Navidad sin ti.
La pasada estaba tan reciente todo que era imposible e incapaz de pensar y me lo trague todo, las lagrimas, las palabras, las esperanzas, viví sin dolor como un autómata que no sabe, ni comprende lo que está pasando, me deje llevar por los días, los volé, me engañé de que era fuerte y que la comprensión formaba parte de mi entendimiento, mentiras piadosas de mi alma y yo.
Y tengo miedo, de veras ¡que lo tengo!, de morir, de no poder ver crecer a las niñas.
Dejar este lugar no me importa si ellas son autosuficientes, pero son dos pequeñas felices, revoltosas y alegres, las únicas que hoy por hoy me hacen reír y creer que un día volveré a ser yo misma, a recuperar la alegría, las que me empujan a vivir el día a día.
Querido hermano, te sigo buscando en cada esquina. Te espero.
¿Dónde estás?. ¿Porqué?.