Fallece Susan Sontag.
AGENCIAS
Susan Sontag. (AP)
NUEVA YORK | MADRID.- La intelectual estadounidense Susan Sontag ha fallecido a los 71 años en el Memorial Sloan Kettering de Nueva York. El cáncer sobre el que escribió en ‘La enfermedad y sus metáforas’ ha terminado con la batalladora y comprometida escritora. En 2003 recibió junto a la autora marroquí Fátima Mernissi el Premio Príncipe de Asturias de las Letras.
La autora había recibido tratamiento contra el cáncer de mama en los años setenta, y según medios de prensa estadounidenses padecía leucemia.
Su voz era una de las más conocidas en círculos intelectuales en Estados Unidos, donde ganó fama por su prosa provocadora y sus declaraciones polémicas.
Sontag, quien lamentaba ante los medios de comunicación que la consideraran una “máquina de opinión”, era capaz de conversar sobre los temas más diversos, en especial la política.
Sontag, nacida en Nueva York en 1933, estudió en las universidades de California, Chicago, París y Harvard. Un artículo suyo -‘Notas sobre el camp’-, publicado en la revista ‘Partisan Review’ (1964) y reseñado en numerosas publicaciones, llamó la atención nacional sobre su nueva definición de ‘camp’ como el amor hacia lo antinatural, artificioso y exagerado.
La escritora estaba considerada una autoridad en lo referente a las costumbres estadounidenses de la década de los sesenta. Fue enviada como periodista a la guerra de Vietnam en 1968, conflicto que la impactó profundamente. Sus ensayos se han publicado bajo el título ‘Contra la interpretación’ (1966), ‘Estilos radicales’ (1969) y ‘Bajo el signo de Saturno’ (1980).
En 1973 ella, que era judía aunque no practicante, filmó a las tropas israelíes en la guerra de Oriente Próximo dirigiendo una película en los Altos del Golán titulada ‘Tierra prometida’.
Enferma de cáncer, escribió ‘La enfermedad y sus metáforas’ (1978) y 10 años después publicó ‘El sida y sus metáforas’.
También escribió ‘El benefactor’ (1963), ‘Equipo mortal’ (1967) y ‘El amante del volcán’ (1992), todas ellas novelas, además de ensayos como ‘Sobre la fotografía’ (1977) y relatos recopilados en ‘Yo, etcétera’ (1978). Además, ha escrito sobre cine y teatro y editado textos escogidos de Roland Barthes y Antonin Artaud.
En 1992 publicó ‘El amante del volcán’ y en 1993 acudió a Sarajevo, donde impartió clases en la Academia Dramática y montó la obra ‘Esperando a Godot’ (junto con otros intelectuales). Cofundadora en 1993 del Parlamento Internacional de Escritores, en 1994 recibió el Premio Montblanc por su labor cultural en Bosnia.
De su activismo político y crítica infatigable del poder y la tiranía dan idea sus ataques contra George W. Bush -“ese señor horrible de Tejas”-, su secretario de Estado -“un criminal de guerra”-, Silvio Berlusconi -“ese rico tonto”-, contra Ariel Sharon, Gabriel García Márquez -por no criticar a Fidel Castro-, contra el terrorismo etarra, o contra los medios de comunicación tras el 11-S. También defendió a Salman Rushdie cuando fue sentenciado a muerte por una ‘fatwa’ del imam Jomeini tras publicar ‘Versos satánicos’ y arremetió contra el resto de los escritores por no salir en su apoyo.
Considerada como la más europea de los escritores estadounidenses, Sontag fue conocida por su análisis crítico de Occidente y por su compromiso con la izquierda.
Cuando se desveló el escándalo de las torturas en la prisión iraquí de Abu Ghraib aseguró: “En Estados Unidos evitamos la palabra tortura, decimos abusos, humillaciones, pero la palabra justa, es tortura”.
Más ejemplos: la autora de ‘Bajo el signo de Saturno’ se ganó una lluvia de críticas en Estados Unidos cuando publicó un ensayo en la revista ‘The New Yorker’ en el que decía que los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos no habían sido “cobardes” como los calificó el Gobierno del presidente George W. Bush, sino “un acto llevado a cabo como consecuencia de las alianzas y acciones específicas de EEUU”.
Y cuando recibió en 2001 el Premio Jerusalén de Literatura, el más prestigioso de Israel para escritores extranjeros, aceptó el galardón pese a las presiones para que lo rechazara, pero aprovechó la ocasión para condenar la política de ocupación israelí en los territorios palestinos.
La autora estaba dotada de una gran formación filosófica y se alzó como una de las voces más combativas dentro de su propio país, pero su verdadera pasión, según decía, era la literatura, porque aumentaba su capacidad de comprender y de compasión.
|