La vida no existe sin la muerte, y en vida jamás entender a la muerte.
¿Quieren conocer la historia de un ángel?
Su nombre fue Walter Daniel López Ortiz, orgullosamente mi primo, quien su sensualidad al andar y la ternura del alma cautivó al mundo en lo más profundo del corazón. Era estudiante de Arquitectura, a punto de graduarse, con 24 años. un hombre exitoso, pues su independencia y la locura a su
carrera lo hizo tan diferente de los demás, tenía poco de haberse dedicado a construir ilusiones tanto en el Distrito Federal, Hidalgo, Irapuato y Querétaro, construía monumentos al hogar y creaba arte con el pequeño trazo de una escuadra.
Él vivió siendo amante de la pasión, viajó, conoció, enriqueció su sabiduría, leía, amaba, perdonaba, sonreía, sabía vivir. Alguna vez, después de tantas malas experiencias en su existir humano, pues así las creía, le pregunte “¿Qué cambiarías de tu vida para ser feliz?”, volteó a mirarme a los ojos, sonrió con picardía y con una voz decidida me contestó “Nada, no me arrepiento de nada pues todo lo he disfrutado, aunque ponga al mundo de cabeza”.
¿Saben algo?, era como cualquier hombre, coqueto con las mujeres, caballeroso, mandilón y tierno. Sin embargo, tenía algo que pocos poseen. Él radiaba un verdadero ángel en su pecho, en el corazón, con él jamás te podías enojar pues se te olvidaba todo con su sonrisa, ¡ah!, pero no crean que era algo simple, ¡no!, sonreía como un niño quien terminaba de hacer una travesura y no se arrepentía de haberlo hecho. Waltercito, no dejes de iluminarnos pues aún necesitamos mucho de ti, nos regalaste 24 años de felicidad y fortunas, hoy nos toca renacerte con el recuerdo y con los secretos que depositaste en cada uno de nosotros. Los que aún no llegan a éste mundo. No te preocupes, te conocerán con cada anécdota vivida a tu lado, no habrá nada mejor para recordarte que eso, las vivencias.
La Dulce Muerte ha cerrado tus ojos una noche, tú Ángel de la Guarda te ha llevado hasta los brazos de Jesús y María, Dios te pide que seas una estrella más en el cielo. Pues después de todo, eras demasiado hombre para éste Mundo.
Descansa en paz, primo, hermano. nuestro niñito, nuestro angelote.
El aliento de tu alma y el susurro de vuestro recuerdo será lo que necesitamos para aprender a vivir sin tu cuerpo… extrañaremos abrazarte y besarte, pero lo haremos en el sueño de nuestra realidad… gracias por tanto… gracias primo… te amamos, simplemente por ser tu aquella alegría de éste Mundo lleno de lágrimas sin consuelo…
¿Cuál es mi objetivo en escribir esto?, es simple. invitarlos a vivir cada segundo con gran goce y deleite pues la enfermedad, edad o economía no determina nuestro tiempo de ser aquí en la Madre Tierra. Se vale de todo en vida, siempre y cuando sea producto del alma. a veces la LOCURA de vivir es el mejor camino a la eternidad.